El escape de mi

Me acuerdo de esos días cada día porque todavía me atormentan. Todavía me dejan la garganta seca. Me escapaba, me acuerdo exactamente del momento. Me acuerdo de eludir el lugar, pero más que el lugar, eludía la situación. Me quería ir de mi cuando al mismo tiempo me daba cuenta de que era imposible. No me iba a ir de mis tormentas. Me acuerdo de estar sentada mirando el pizarrón y la vista se me iba, yo la veía irse. La mirada no se me concentraba. Entonces hacía todo el esfuerzo, el más grande que podía poner sobre la mesa y esperaba. No sé bien que esperaba, capaz que se me pasara. Me había visitado un terremoto. ¿Ustedes conocen a este terremoto? Entonces me escapé, de nuevo. Me dejé llevar, es que necesitaba respirar, volver a respirar. Tenía la sensación de que me ataba mis pies al piso. La mente iba en muchas direcciones, creo que escuché que el corazón me latía fuerte. No me quiero acordar más, por favor. Me duele. Cada vez que lograba escaparme del lugar, en cuestión de dos segundos, juro que volvía a ser yo. ¿Qué es volver a ser yo? Se iba la tormenta, la puta madre, se iba. En cuestión de segundos. Pero yo sabía que iba a volver, sabía que iba a volver a hacerme así de mal. No me quiero acordar más porque esto ya no pasa, no más.

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